«Yo no veo la tele». Esta frase se acompaña de una media sonrisa con la que se quiere dejar claro que uno está muy por encima de ese aparato. La televisión es algo propio de la Edad Media, de 1995, o por ahí. «Ni siquiera tengo tele —se añade, aunque nadie pregunte—. Yo leo libros, me informo en Internet y escucho música. También estoy suscrito a varias revistas, nada como leer en papel. Pero no veo la tele. No sé ni cómo se enciende».
Esta necesidad de presentarse como un intelectual relamido se ha cruzado con la moda de las series. No deshacerse en elogios hacia Breaking Bad o Game of Thrones resulta imperdonable. En consecuencia, es bastante habitual encontrarse con gente que dice que no ve la tele y, al mismo tiempo, que ve series.
Esto es absurdo, claro. Las series son televisión aunque uno las descargue y las vea en versión original subtitulada en su portátil. Por supuesto, hay programas que son un espanto, pero también hay libros infumables y, por algún motivo, un montón de musicales, sin que por eso despreciemos toda la literatura o el teatro.
Para apelar a este público al que le da vergüenza admitir que ve la tele, HBO usó hace años el eslogan «it’s not TV, it’s HBO» (no es televisión, es HBO). Pero esto tiene gracia sobre todo porque HBO es, precisamente, un canal de televisión. Si no lo fuera, no sería un eslogan ingenioso, sino una obviedad. Ejemplo: «No es televisión, es un caballo».
Además de HBO, a estas alturas ya estamos todos con Netflix, Amazon y demás plataformas. Vemos series, realities e incluso documentales, y da igual que lo hagamos en el ordenador, en la tablet o en el móvil. Vemos la tele. Y nos gusta. No nos avergoncemos más.
Con cuerda todavía
Hablar del fin de la tele empieza a parecerse a la charla acerca del fin del libro o el periódico impreso. El público es fiel al contenido, no al canal, de modo que si luego hay que ir a cosecharlo al campo, el público será capaz de aprender nociones básicas de agricultura y recolección. Y en tanto la tele -como medio, como gestora, como modelo narrativo y de negocio, atec- siga siendo la responsable de estos contenidos, su continuidad está asegurada.
En este punto hay que recordar que el consumo de televisión a través de la pantalla del televisor sigue siendo alto. Las noticias, el entretenimiento, los late shows, entre muchas otras producciones, siguen siendo la televisión de siempre. Incluso, muchas de las series que se ven e otras palataformas, aparecen allí después de su emisión convencional.
Tomando en cuenta esfuerzos como el de Samsung para innovar en la Holo TV, lo que viene por delante es un esfuerzo por parte de la televisión que conocemos por generar su propia experiencia visual, narrativa, etc para asentar su estirpe frente a otras pantallas. Esto recuerda mucho el esfuerzo en el que se sumergió el cine creando la experiencia cinematográfica de gran pantalla, gran presupuesto, grandes historias, sonido envolvente y demás, para desmarcarse de la tele y asegurar su industria.
Lo que viene podría titularse: TV strikes back.